En
el transcurso de los tiempos, la forma en que se desarrollan las sociedades nos
deja un muy mal sabor de boca y por ello mantenemos el sentimiento esperanzador
que la situación hostil va a cambiar; es así, que la humanidad esté viviendo de
muchas esperanzas y promesas. Israel quien experimentó, la verdadera libertad y
la vida, también saboreó la esclavitud y la muerte. Vivió tiempos gloriosos y
aunque fue devastado, siempre hubo un remanente que le mostraba la fidelidad de
Dios. Las utopías o quimeras se ventilan en la política, la ciencia, la
economía y la religión organizada, con pretensiones de tener la solución a
todos los problemas que pueden llevarnos a una inminente destrucción. Israel
espera obtener paz, porque se le prometió; tenían ideas de cómo conseguir esa
ansiada paz, sin embargo esta paz vino no como el mundo la idealiza y la
espera, sino fuera de lo natural, dentro de un ambiente cotidiano. No de este
mundo, pero en el mundo, una conquista en el corazón del hombre, donde se
originan las guerras, como lo dijo Santiago en su carta.
