Hoy
amanecí bastante animado física y emocionalmente. Un amigo me llamó por la
mañana y medio dormido conversamos unos minutos; quizá lo notó por la forma en
que hablé, ya era tarde y no quise comentarle que todavía estaba durmiendo
porque me cuesta dormir por las noches. Me despido de mi amigo y decido
levantarme con mucha dificultad porque deseo seguir durmiendo, pero... me
siento bien, con ganas de formar parte de un ejército e ir a pelear en defensa
del débil, el huérfano y la viuda. Ser un obrero digno de su salario, sabiendo
que toda obra hecha por mis manos verdaderamente sea sostenible en el entorno
donde vivo; llegar a mi lecho a descansar cuando el día decline y despertar
cuando la luz haya disipado las tinieblas y continuar con mi faena hasta que
deba partir a la alcoba de mi amado y descansar a su lado por siempre.
Pensando
en el amor, en ese elixir embriagante que Salomón beodo con los besos de su
amada, afirma: «« El amor es dicha que fluye y vuelve elocuentes los labios
dormidos »» Con este sentimiento decido escuchar la radio y obviamente no
encontraré en las canciones de hoy la expresión del amor como resultado de una
experiencia idílica personal, sino más bien contaminada y adornada con
imaginación de poetas escénicos llamados cantautores. Así que cambié a las
noticias y en los comerciales hice lectura de una versión muy interesante del
libro de Cantar de los Cantares de Salomón. Conforme iba adentrándome en la
lectura, por un instante me sentí navegando en la profundidad de un río de agua
cristalina y fresca y la radio desapareció totalmente de mi atención, minutos
después una voz me hace salir a flote; «« Una niña de 5 años es golpeada en la
vía pública por su madre »» Eso me llamó la atención pues iban a entrevistar a
la madre y ella bastante nerviosa no quiso dar su nombre y dijo: «« Le pegué
porque no se quiso sacar la muela y en vano esperé el turno.»» El periodista dijo
que entrevistaría a la niña; ella no podía hablar, solamente se escuchaban sus sollozos
lastimeros, lo que rompió mi corazón y empecé a llorar, desee abrazarla y
decirle: «« No es tu culpa, todo estará bien, tu mami te ama, pero está enferma
y eso la hace actuar de esa manera, pero con la ayuda de Dios tu mami sanará.
»»
Después
de esta impresionante escena, dije: «« Dios mío! cuida de mis hijas por favor,
ten misericordia de ellas. »» Yo estuve enfermo un tiempo y lastimé a mis hijas
cuando ya no soportaba más la ansiedad dentro de mí y el sol se ponía sobre mi enojo.
Un día mi hija mayor estaba un poco inquieta, no obedecía a su madre, fue
entonces donde me levante movido por la ira y con un cincho y le pegué. Cuando
la ira se marchó y el amor emergió, fue cuando empecé a llorar en mi cuarto,
solo, para que nadie viera mi vergüenza, mi hija entró a la habitación y me
abrazó diciéndome: «« No llores papi, fue mi culpa, fue mi culpa, porque no obedecí.
»» La abrace pidiéndole perdón y me propuse no volver a hacerlo, que si debía
corregirlas lo haría con amor, porque el que ama a su hijo lo disciplina, haciéndolo
con amor y eso duele mucho, ya que no es movido por la ira, esa adrenalina que
nos vuelve violentos como los estupefacientes, con los cuales perdemos el
control. Existen muchas formas de castigo y con amor se aplican aquellas que
nuestros hijos sabrán sobrellevar, no los destruirá, ni los moverá la ira.
James
Patrick Bulger un niño de dos años de edad en Inglaterra,
fue secuestrado, torturado y asesinado por dos chicos de
diez años: Robert Thompson y Jon Venables. El niño desapareció el 12
de febrero de 1993 en el centro comercial New Strand mientras acompañaba a su
madre. Su cuerpo mutilado fue encontrado en una línea férrea cerca de Walton el
14 de febrero. Thompson y Venables fueron acusados de secuestro y asesinato el 20
de febrero de 1993. Más tarde, uno de los chicos reveló que su intención era
secuestrar a un niño, llevarlo a la calle ubicada a un costado del centro
comercial y empujarlo hacia los automóviles en movimiento para causar un
accidente. Los chicos caminaron junto a Bulger unos cuatro kilómetros a través
de Liverpool, hasta que llegaron al canal Leeds, dejándolo caer de
cabeza y causándole heridas en el rostro. Thompson y Venables bromearon acerca
de lanzar a Bulger al torrente de agua. Bulger tenía un chichón en su frente y
estaba llorando, pero la mayoría de los testigos no intervinieron asumiendo que
los tres eran hermanos.
Dos
personas se acercaron al trío de niños, pero los mayores dijeron que Bulger era
su hermano menor. Los tres llegaron a una vía férrea cerca de la abandonada
estación de Walton & Anfield, tras alejarse de la comisaría de Walton Lane,
próxima al Cementerio Anfield, comenzaron a torturarlo; le dieron patadas,
golpes, le lanzaron ladrillos y piedras.
Le introdujeron pilas en la boca y la policía sospechó que también en el recto.
Finalmente le arrojaron una barra metálica de diez kg, identificada en el
juicio como un riel que le provocó diez fracturas craneales. Lo
colocaron ya muerto en los rieles y lo taparon para que el tren lo despedazara
y dijeran que fue un accidente. El crimen provocó una gran ira en Liverpool y
los periódicos denunciaron a los testigos que habían visto a Bulger sin haberlo
ayudado.
Les
comparto esta historia porque en ella se puede ver la negligencia de las
personas cuando ven violencia en las calles y las casas; asumen que es normal
porque son hermanos y tienen derecho a golpearse. Lo mismo sucede cuando un
adulto golpea a su hijo, es normal, pero cuando muere un niño por causa de
violencia familiar, es sorprendente. Se debe repudiar cualquier tipo de
violencia porque generalmente lleva consigo a la muerte, tanto emocional como
física en su extremo. En los últimos días se han generado tantas muertes de
niños en nuestro país y el más reciente es cuando un sicario al no encontrar a
su víctima, enojado le dispara a dos niños; éste agresor fue linchado hasta morir
por la población indignada por el hecho. Violencia genera más violencia, odio
genera más odio.
Así ha
dicho el Señor: «Se oye una voz en Ramá; amargo llanto y lamento. Es Raquel,
que llora por sus hijos, y no quiere que la consuelen, porque ya han muerto.»
Esta profecía la declaró Jeremías anunciando la gran matanza de niños menores
de 2 años que vivían en Belén y sus alrededores ordenada por Herodes en el intento de matar a Jesús. Estamos
viviendo tiempos muy difíciles relacionados a la violencia intrafamiliar, tantos
hogares disfuncionales, que en su mayoría es consecuencia de la falta de amor
de los padres al dejar a sus hijos fuera de la disciplina (no de la violencia),
muchos confunden violencia con disciplina.
Despreciar
la disciplina es no apreciarse uno mismo; obedecer la corrección es poseer
entendimiento. Los padres no deben exasperar a sus hijos, sino educarlos en la
disciplina y la instrucción del Señor. Ya han olvidado la exhortación que como
a hijos se les dirige: «Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni
te desanimes cuando te reprenda; porque el Señor disciplina al que ama, y azota
a todo el que recibe como hijo.»Si ustedes soportan la disciplina, Dios los
trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no discipline? Ser
padre es una función que requiere sabiduría para que convierta en un don. Por
causa del abandono, es que surge esta premisa »» No es padre el que engendra,
sino el que cría ««
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