«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)

domingo

La Ley de la Naturaleza (la SERIE parte IV)

Dado que la textura del Universo es la más perfecta y la obra de un Creador sapientísimo, nada sucede en el Universo sin obedecer alguna regla de máximo o mínimo. (Leonhard Euler)

La Mente que trae a la vida a la existencia y la conduce a la perfección...


MI madre cuenta historias divertidas de la imaginación de mi mente en mi niñez. Pero jamás le compartí que me sentaba por horas imaginando como era capaz el agua del rio de fluir sin agotarse jamás. Dentro de mi observación llegué a la conclusión de que subía del mar por la parte profunda y bajaba por la parte de la superficie. Tal conclusión se dio, porque cuando me estaba bañando, en lo profundo el agua estaba más helada que la de la superficie. A esa edad no había sido enseñado sobre la densidad del óxido de hidrogeno mezclado con cloruro de sodio. Aunque no me lo crean, estoy riéndome de la forma de describir el agua salada, pero lo hago a propósito para aquellos que se fascinan con los términos científicos. Otra cuestión que me intrigaba era el no saber que sucede cuando una persona muere, pues vi a mi bisabuela reunir a la familia y conversar con ellos antes de morir. Yo sabía que estaba despidiéndose, pero no sabía a donde iba. Había tantas interrogantes en mi mente, pero me las reservaba por temor. Hasta el día de hoy sigo con muchas interrogantes, de las cuales me reservo algunas por prejuicio de los demás.

Desde que los hombres fueron capaces de pensar han estado preguntándose qué es en realidad este universo y cómo ha llegado a estar donde está. Se han sostenido varios puntos de vista.  El materialista, la filosofía de la fuerza vital o evolución creativa y el teísta. El materialista piensa que la materia y el espacio sencillamente existen, y siempre han existido, sin que nadie sepa por qué, y que la materia, comportándose de ciertas maneras fijas, ha dado en producir, por una suerte de rareza, criaturas como nosotros, que somos capaces de pensar. Por una posibilidad entre un millón algo chocó contra nuestro sol e hizo que produjera los planetas, y por otra posibilidad entre un millón los compuestos químicos y la temperatura necesarios para la vida se dieron en uno de esos planetas, y así, parte de la materia de esta tierra cobró vida, y luego, por una larga serie de coincidencias, las criaturas vivientes se convirtieron en seres como nosotros.

Los de la evolución creativa dicen que las pequeñas variaciones por las cuales la vida en esta tierra «evolucionó» de las formas más simples hasta el hombre no se debían al azar sino al «esfuerzo» o el «propósito» de una fuerza vital. Cuando  ellos dicen esto deberíamos preguntarle si por fuerza vital quieren decir algo que tiene mente o que no la tiene. Si la tiene, entonces «una mente que trae la vida a la existencia y la conduce a la perfección» es realmente Dios, y su punto de vista es por lo tanto idéntico al punto de vista teísta. Si no la tiene, ¿qué sentido tiene decir que algo que no tiene mente se «esfuerza» o tiene un «propósito»? Esto me parece fatal para su punto de vista. Una de las razones por las que la gente encuentra tan atractiva la idea de la evolución creativa es que le da gran parte del consuelo emocional de creer en Dios y lo exime de las consecuencias menos agradables. Cuando te sientes bien y brilla el sol y no quieres creer que todo el universo es una simple danza mecánica de átomos, es agradable poder pensar en esta gran fuerza misteriosa que se despliega a lo largo de los siglos y que nos transporta en la cresta de la ola. Si, por otro lado, quieren hacer algo que no está muy bien, la fuerza vital, ya que es una fuerza ciega, sin moral y sin mente, jamás interferirá con ustedes como ese molesto Dios acerca del cual nos enseñaron cuando éramos pequeños. La fuerza vital es una especie de Dios domesticado. Podrán ponerlo en funcionamiento cuando quieran, pero no les molestará. Todas las emociones de la religión y ningún precio que pagar por ellas. ¿No es la fuerza vital el mayor logro de creencia deseada que el mundo ha visto hasta la fecha?

El punto de vista teísta. Según éste, lo que está detrás del universo se parece más a una mente que a cualquier otra cosa que conozcamos. Es decir, es consciente, y tiene fines, y prefiere una cosa a otra. Y con esta intención hizo el universo, en parte con propósitos que desconocemos pero, en todo caso, para producir criaturas semejantes a Él. Y cuando digo semejante a Él me refiero a que tengan mente. ¿Cómo podremos averiguar qué idea es la correcta? La ciencia funciona a base de experimentos. Observa cómo se comportan las cosas. Toda afirmación científica, a la larga, por complicada que sea, significa algo como «Puse un poco de esto en una vasija, la calenté hasta llegar a tal temperatura e hizo esto y aquello.» Pero la razón de por qué las cosas están donde están, y de si hay algo detrás de las cosas que observa la ciencia, esto no es cuestión científica. Si hay Algo detrás, entonces, o tendrá que permanecer del todo desconocido para los hombres o si no hacerse conocer de un modo diferente. La afirmación de que existe tal cosa, o la afirmación de que tal no existe no son afirmaciones que la ciencia pueda hacer. Y los auténticos científicos no suelen hacerlas. Supongamos que la ciencia se tornara completa, de modo que conociera todas las cosas del universo, ¿Por qué hay un universo? ¿Por qué funciona como funciona? O ¿Tiene significado? Estos cuestionamientos seguirían sin ser contestados. La posición sería desesperada si no fuera por esto: hay una cosa, y sólo una, en todo el universo de la que sabemos más de lo que podemos aprender por medio de la observación externa. Esta cosa es el «hombre». No solamente observamos al hombre: somos hombres (Adam, humanidad). En este caso tenemos, por así decirlo, información confidencial: estamos en el secreto. Y a causa de esto sabemos que los hombres se encuentran bajo una ley moral que ellos no hicieron, que no pueden olvidar incluso si lo intentan y que saben que deben obedecer.

Si hay un poder controlador fuera del universo, no se podría mostrar como uno de los hechos dentro del universo... del mismo modo que el arquitecto de una casa no podría ser una pared o una escalera o una chimenea de esa casa. El único modo en que podríamos esperar que se nos mostrara sería dentro de nosotros mismos como una influencia o una orden intentando que nos comportemos de una cierta manera. Y eso es justamente lo que encontramos dentro de nosotros. Supongamos que alguien me pregunta, cuando veo un hombre de uniforme azul que va por la calle dejando pequeños paquetitos blancos en cada casa, ¿por qué supongo que estos contienen cartas? Yo debería responder: «Porque cada vez que deja un paquetito similar en mi casa compruebo que contiene una carta.» Y si esa persona entonces objetara: «Pero nunca has visto esas cartas que reciben los demás», yo diría: «Claro que no, y no espero hacerlo, porque no están dirigidas a mí. Explico los paquetitos que no se me permite abrir por medio de los paquetitos que sí se me permite abrir.» Lo mismo ocurre con esta pregunta. El único paquete que se me permite abrir es el hombre. Cuando lo hago, especialmente cuando abro ese paquete en particular que llamo yo mismo, encuentro que no existo solo, que estoy bajo una ley, que algo o alguien quiere que me comporte de una cierta manera. No creo, por supuesto, que si pudiera meterme dentro de una piedra o un árbol descubriría exactamente la misma cosa, del mismo modo que no creo que todas las demás personas de la calle reciban la misma carta que yo. Esperaría, por ejemplo, descubrir que la piedra tiene que obedecer la ley de la gravedad... que mientras que el remitente de la carta simplemente me dice que obedezca la ley de mi naturaleza humana, Él obliga a la piedra a que obedezca las leyes de su naturaleza de piedra. Pero esperaría encontrar que había, por así decirlo, un remitente de las cartas en ambos casos, un Poder detrás de los hechos, un Director, un Guía.


El rey David manifiesta en un canto del por qué decidió buscar la presencia de Dios. El mismo Dios declara que se ha buscado a un rey conforme a su corazón. David dijo: Una voz interna me dice: «¡Busca a Dios!» Por eso te busco, Dios mío. Sal 27:8   Otras versiones dicen: Mi corazón dice de ti: busca mi rostro. Tu rostro buscaré oh Señor. Hay una moral autentica que no es inventada por los hombres.  

Ya falta poco para terminar la serie y espero dejarle inquieto.-

Series:  I,  II,  III 

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