«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)

viernes

A toda adultez le precede una niñez

El pequeño mundo de la niñez con su entorno familiar es un modelo del mundo. Cuanto más intensamente le forma el carácter la familia, el niño se adaptará mejor al mundo. (Carl Jung)
DEBO VENCER EL MIEDO..LO VOY A LOGAR..MIS PADRES CREEN EN MI Y ELLOS NO MIENTEN
Es agradable sentir el aroma de la tierra húmeda. Esto me trae a la memoria esas épicas aventuras que viví en el campo, donde crecí con mis abuelos. El aroma de la playera de mi viejo la percibía a distancia; una mezcla de leche de plátano, jabón de coche que usaba mi viejita al lavarla y el sudor de su cuerpo. Verle venir con su sombrero, morral y el machete en mano, me descontrolaba emocionalmente, pero como no fui enseñado a mostrar muchos afectos, me limitaba a sonreírle para no salir corriendo y tirármele encima. El hombre de la casa estaba llegando, se podía sentir como el ambiente cambiaba. Mi bella Timotea le ofrecía algo de beber y de comer. Un día consigo irme con él a visitar a un su amigo, quien estaba dándole mantenimiento a su plantación de ajonjolí, el cual se encontraba en la etapa de crecimiento. Mientras ellos se quedaron conversando, yo fijé mis ojos en esos surcos de platitas tan simétricos y largos, y en poco tiempo me encontraba sumergido en mi papel de apasionado agricultor, cortando las plantitas con mi machete de plástico. Suficiente herramienta para conseguir doblar esos delicados tallos. _ ¿Qué estás haciendo patojo? Grito mi padre. Ya había destrozado medio surco y era momento de pagar las consecuencias, pero su amigo le dijo con dulces y suplicantes palabras: _ ¡Por favor no le vaya a pegar, es sólo un niño! 

La etapa de la niñez es muy interesante, al menos la mía estuvo llena de muchas aventuras, acompañada de responsabilidad y rigor. En el mundo antiguo, el proceso del crecimiento estaba mucho más definido que ahora. Para el pueblo judío era muy importante la crianza de un niño, sentían el peso de la responsabilidad que lleva el de educarlos. El primer sábado después de que un niño cumpliera los doce años, su padre le llevaba a la sinagoga, donde llegaba a ser un hijo de la Ley. 

El padre pronunciaba allí una bendición: " ¡Bendito seas, oh Dios, que me has relevado de la responsabilidad por este chico!» 

El chico hacía una oración en la que decía: " ¡Oh, mi Dios y Dios de mis padres! En este día solemne y santo, que marca mi paso de la niñez a la virilidad, yo elevo humildemente mis ojos a Ti, y declaro con sinceridad y verdad que, desde ahora en adelante guardaré Tus mandamientos, y asumo la responsabilidad de mis acciones ante Ti.» 

TOGA VIRILIS
Los griegos también prestaban mucha atención a las facetas de crecimiento del niño y su proceso de educación. Un chico estaba al cuidado de su padre desde los siete hasta los dieciocho años. A esa edad se le llamaba efebos, que se podría traducir por joven, y estaba dos años bajo la supervisión del estado. Antes de que el muchacho llegara a ser un efebo, se le recibía en el clan en un festival llamado la apaturía; y en un acto ceremonial se le cortaba el pelo largo y se les ofrecía a los dioses. Una vez más, el crecimiento pasaba por un proceso totalmente definido.

Los romanos no se quedaban atrás. Bajo la ley romana, el año en que un muchacho pasaba a ser un hombre no estaba fijado definitivamente, pero estaba siempre entre los 14 y los 17 años. En un festival sagrado para la familia que se llamaba la liberalia, se quitaba la toga praetexta, que era una toga con una estrecha banda púrpura por abajo, y se ponía la toga virilis, que era la toga corriente que llevaban los adultos. Entonces le llevaban sus amigos y parientes al foro, y le introducían formalmente a la vida pública. Era esencialmente una ceremonia religiosa. Y una vez más había un día totalmente definido en el que el muchacho alcanzaba la categoría de hombre. Había una costumbre romana según la cual el día que un chico o una chica alcanzaban la edad, el chico ofrecía su balón, y la chica su muñeco a Apolo para mostrar que prescindían de las cosas infantiles. 

Cuando un chico era menor de edad a los ojos de la ley, podía ser el dueño de una propiedad considerable, pero no podía hacer ninguna decisión legal, ni estaba en control de su propia vida; todo se le hacía, y se le dirigía en todo; y, por tanto, para todos los efectos prácticos, no tenía más libertad que si hubiera sido un esclavo; pero cuando llegaba a ser un hombre, entraba en posesión de su herencia. Pablo dice que cuando los Gálatas no eran más que niños, estaban bajo la tiranía de la Ley; entonces, cuando todo estuvo dispuesto, Cristo vino a liberar a la humanidad de esa tiranía. Así es que ahora las personas ya no son esclavas de la Ley; han llegado a ser hijos e hijas, y han llegado a poseer su herencia. La niñez que correspondía a la Ley había de pasar; la libertad de la humanidad ha llegado. La prueba de que somos hijos se manifiesta en el clamor instintivo del corazón. El ser humano clama en su más profunda necesidad a Dios: " ¡Padre!» Pablo usa dos palabras: "¡Abba! ¡Padre!» Abba es la palabra aramea para padre; o, más exactamente, papá (papi). Debe de haber estado a menudo en labios de Jesús, y su sonido era tan sagrado para los que se lo oyeron pronunciar que lo transcribieron en Su lengua original. Este clamor instintivo del corazón humano, Pablo cree que es la expresión de la obra del Espíritu Santo. Si nuestros corazones claman así, sabemos que somos hijos, y que toda la herencia de la Gracia es nuestra. Para Pablo, el que gobernara su vida por la esclavitud a la Ley era todavía un niño; el que había aprendido el camino de la Gracia había llegado a ser una persona madura en la fe cristiana.

Cuando llegué a la edad madura, mi viejo quiso dejarme como tutor de todos los bienes que poseía, pero me negué, porque eso me iba a traer problemas con mis hermanos, y mejor se repartió la herencia. Para mí era un honor de que mi viejo confiara todo su legado a mi persona. Él había hecho un buen trabajo, sabía del buen uso que haría de mi herencia. Hasta el día de hoy todavía conservo lo que me dejó. Me enseñó a trabajar la tierra, a disfrutar del fruto del campo. En mi desarrollo como profesional, sin querer tropecé con algo que no andaba buscando; fueron abiertos mis ojos a las Escrituras para conocer allí al Mesías, al que trajo el Evangelio de la libertad. Ese revolucionario de la verdad y la justicia. Ese carpintero de Nazaret, que hasta hoy no he podido ignorar, por más que lo he intentado en medio de tanta adversidad. Mi viejo que era un hombre pragmático en lo que hacía, decide observar mi cambio y no tardó mucho en abrazar lo que yo había encontrado. Aquella mujer que por muchos años había estado esclavizada en la liturgia de la religión organizada, fue liberada y aunque un cáncer esclavizó su cuerpo hasta llevarla a la muerte, jamás dudó de lo que le fue prometido.

Nuestras sociedades están sufriendo el flagelo de la corrupción en todas sus formas. Quieren pararla, pero a su modo, sin considerar a Dios en sus caminos. Se olvidan que por abandonar sus estatutos, la sal que es capaz de detener la corrupción; hoy está llegando a niveles detestables, aún por los mismos impíos. Necesitamos fortalecer a la familia, rescatar a nuestros hijos de la esclavitud de la moda, del modernismo, del consumismo e instruirles para que obtengan la libertad pero con responsabilidad, porque a libertad hemos sido llamados. «Si el Hijo nos liberta, entonces seremos verdaderamente libres». El pueblo quiere paz, pero la está solicitando erróneamente. Los antiguos pedían la “Pax Romana” (imperia pax), producto de la fuerza militar romana, pero se les fue dicho: _ «Mi paz les dejo, mi paz les doy, no como el mundo la da, se las doy yo». Pero el mundo quiere imitar esa paz imperial, la cual fue efímera, consecuencia del debilitamiento del enemigo.

Recientemente una dama fue víctima de un robo. Le despojaron de su celular, mucho dinero en efectivo y artículos que eran de su hijo de seis meses de edad. Ella decía que le dolió más la pérdida de las cosas del bebe. No lo podía asimilar, pues una mujer de la tercera edad fue quien se encargó de abordarla y así distraerla mientras era robada. _ Quien se lo podía imaginar, dijo la víctima, pues era una anciana dulce. Hoy la delincuencia está dentro del núcleo familiar; es decir, participan los padres con sus hijos en los actos delictivos. ¿Dónde queda la instrucción? Instruye al niño en su carrera y cuando llegue a viejo no se apartará del Camino. ¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos? ¿Qué se sabe de la corrupción desde el seno del hogar?

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