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EL TIEMPO DE LA COSECHA LLEGARÁ |

La Iglesia ya había entrado en la Gran Apostasía. Ella había conquistado al Imperio Romano; pero en realidad el Imperio había conquistado a la Iglesia, no aboliéndola sino rehaciéndola a su propia semejanza. La Iglesia Imperial de los siglos 4o. y 5o. se había hecho una institución completamente diferente de la Iglesia perseguida de los tres siglos primeros. En su ambición de reinar, olvidó y perdió el espíritu de Cristo.
«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)
domingo
Se cosecha lo que se siembra
“Carne de cañón” frase hecha que hace referencia a la
persona o grupo de personas, normalmente pertenecientes a una muy baja posición
social, a las que se expone sin miramientos a sufrir cualquier clase de daño,
incluso la muerte. Cuando envían a los soldados con armas inferiores a las del
enemigo y sin ninguna preparación, de seguro morirán. Cuando el rey David
estaba descansando en la azotea, mientras su ejército se encontraba en batalla,
de pronto lanzó su mirada a la vecindad y vio a una bella dama bañándose y la
deseó en su corazón y aunque intentó dar batalla, al final fue derrotado y
ordenó que se la llevaran. Pensó que todo iba a quedar así, pero ella quedó
embarazada y su esposo estaba en batalla. Como el esposo se reusó acostarse con
su esposa por estar sus compañeros en la batalla, el rey lo envió como carne de
cañón y no porque no estuviera bien preparado, sino que lo mandaron al frente
de la batalla y en lo recio de la lucha, lo dejaron solo. Después David simuló
ser un hombre compasivo y se llevó a la pobre viuda a vivir con él.
La baja posición social convierte a las personas en
carne de cañón. Recuerdo que de pequeño siempre soñé en convertirme en alguien
muy importante. No sé con exactitud de donde saqué la idea de convertirme en un
científico, quizá fue por la televisión, aunque en esos tiempos no contábamos con
una, sino hasta la edad como de 10 años, bueno puede ser que a través de la
radio. Lo que si no olvido es como la curiosidad se apropiaba de mi mente de
una manera poco usual para la edad que tenía. Mi padre quien era analfabeta
albergaba la esperanza que me convirtiera en su mano derecha en los asuntos de
la agricultura. Por eso la noticia de querer seguir estudiando no le pareció
nada agradable, pero al tiempo cuando vio los resultados de mis estudios,
decidió apoyarme. Por esa razón me convierto en un estudiante compulsivo o
aprensivo, no sé cómo definirlo, lo cierto es, que fui el primer aldeano en
salir a estudiar y además de conseguir una beca en un instituto de formación
alemana. El día de mi graduación llegaron de la agencia HINO para que trabajara
para ellos, pues al llegar al instituto, les informaron que me encontraba
dentro del cuadro de honor, de los cuales éramos 4. Después de negociar que me
dieran por lo menos una semana para irme a casa a descansar, emigré a la gran
ciudad, a la metrópoli. No sé cómo paso, pero ese sueño de niño, se disipó. Ese
adormecimiento duró un buen tiempo y después ingresé a la universidad que me
brindó la oportunidad, pues la estatal me las cerró pues debía estudiar plan
diario y en mis condiciones no era posible hacerlo, pues debía trabajar para
pagarme mis estudios. La estatal no era publica, pues la mayoría eran hijos de
personas con posición económica media y alta.
Cuando logré culminar mis estudios universitarios,
tuve otra de mis decepciones, nadie me conocía, era solo carme de cañón.
Después logré sobreponerme de esa condición y cursé una maestría, pero igual,
mi red social no era muy extensa. No tuve un padre que solamente debía hacer
una llamada telefónica a uno de sus amigos empresarios para decirle: «Allí te
voy a enviar a mi patojo para que lo pongas hacer algo» Con ese algo que hacía,
era suficiente para devengar el triple de salario del mío, pero yo decía: «Algún
día seré colocho» Frase de mi madre cuando hablada del huisquil. Hoy después de
otra súbita caída de 5 años, nuevamente estoy emergiendo. Estoy de vuelta en el
campo laboral y devengando menos de la mitad de lo que ganaba antes y eso que
antes tenía salario por debajo de la media baja, lo veía así por compararlo con
el salario de los demás que trabajaban en el mismo lugar, incluso con menos
preparación académica y experiencia laboral. Gracias a la sabiduría de mi
PADRE, siempre procuraba hacer negocios fuera del estatus social en donde intentaba
ser reconocido. No me quejo. Estoy muy agradecido con el ETERNO, ya que he
aprendido a valorar la importancia del sentido de pertenencia, de tener una
vida con propósito. Tengo lo necesario, lo que toda persona debe tener por su
esfuerzo.
Mi patria, mi país, se ha convertido en carne de
cañón, con esa baja posición social que lo limita o poder tener acceso a la
mejor formación. Estando de beca en Taiwán tuve la bendición de conversar con
un anciano, quien me contó que ellos ahorraban mucho para poder enviar a sus hijos
al extranjero a estudiar. Sólo les preocupaba que al regresar llevaban
arraigada malas costumbres de esos países extranjeros. Todo en la vida tiene un
costo beneficio y deberá evaluarse si conviene o no. Los recién graduados de
las universidades son carne de cañón, por ese motivo les ofrecen un salario
bajo. Es así que algunas empresas prefieren contratar personal con esa
condición.
En Corintios se daban constantes disputas en cuanto a
quien se debía seguir. Unos opinaban que se debía seguir a Pablo otros que a
Apolo. En consecuencia, de estas carnalidades como solía llamarlas Pablo, en la
primera carta enviada a los corintios les dice: «Tanto el que planta, como el que riega,
viene a ser una misma cosa. Pero cada uno recibirá su propio salario a medida
de su trabajo» El obrero es digno de su salario. No se trata de un obsequio, «se
lo ganó» El que siembra, cosecha, simple. Pero hay ocasiones que no sucede así.
Como en la ocasión en que Jesús estaba conversando con los de Samaria, después
del testimonio de la samaritana con el Mesías junto al pozo. En esta ocasión,
les dijo:
El que siega recibe su jornal y recoge fruto para vida
eterna; para que el que siembra y el que recoge se unan en alegría. Por este hecho, el proverbio: «Uno siembra y
el otro recoge», mantiene su verdad. Yo los he mandado a recoger lo que por
ello ustedes no han trabajado. Otros han hecho la ardua labor y ustedes se han
beneficiado del trabajo de ellos. (Juan
4:36,38)
Con esto quiero terminar: No siempre se cosecha lo que
se siembra. Esto aplica cuando la gracia y misericordia de Dios están de por
medio. Para lo demás, procuremos sembrar de la mejor manera, pues de seguro obtendremos
una buena cosecha. -
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