Una ciudad está mejor protegida con la sabiduría de un hombre sabio que con la fuerza de diez gobernantes. Sin embargo, no hay en este mundo nadie tan bueno que siempre haga el bien y nunca peque. Tan ridículo resulta que un tonto pretenda hablar con elegancia, como que un gobernante piense que en su país todos son tontos. (Proverbios de Salomón)

La Iglesia ya había entrado en la Gran Apostasía. Ella había conquistado al Imperio Romano; pero en realidad el Imperio había conquistado a la Iglesia, no aboliéndola sino rehaciéndola a su propia semejanza. La Iglesia Imperial de los siglos 4o. y 5o. se había hecho una institución completamente diferente de la Iglesia perseguida de los tres siglos primeros. En su ambición de reinar, olvidó y perdió el espíritu de Cristo.
«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)
martes
El derecho: Legítimo, legal y constitucional de un Estado
_«No nos puede pedir el pueblo que atentemos en contra de la
constitucionalidad»_ Estas
fueron las palabras que dijeran los responsables de hacer llegar las propuestas
para la reforma de la Ley Electoral de Partidos Políticos, ante la
inconformidad de muchos por llevar ante el congreso solamente unas cuantas
propuestas sin posibilidad alguna de cambios de fondo: como evitar el «trasfuguismo», la «reelección» de diputados y el prohibir competir en una contienda
electoral, todo partido político que sobrepase el «techo de campaña» acordado por el Tribunal Supremo Electoral. La
palabra inconstitucionalidad se ha convertido en una expresión «satánica» y «diabólica».
Un anatema que no se le puede permitir a un Estado que goza de una Constitución
Política. La «legitimidad», la «legalidad», el «debido proceso» y muchas
más, no significan necesariamente la aplicación de la justicia dentro del bien
común. Son solamente argumentos para invalidar la aplicación de la Ley en donde
es requerida en beneficio de la mayoría, no de unos pocos sin escrúpulos. Ante
esta clase de vejámenes algunos opinan que los políticos carecen de voluntad,
es decir: no se les da la gana, simplemente, y por ello declaran que no es
posible, por no trasgredir la Ley, pues asumen estar en Ley.
Cuando se propuso abrir una oficina para que
funcionara la CICIG. Muchos pegaron el grito al cielo, que en tiempo de los
judíos sería igual como vestirse de saco y cilicio y rasgar sus vestiduras. Tal
postura se debía a que al permitir que un ente internacional deba participar en
los asuntos del Estado en el combate de la impunidad, pone en riesgo la
institucionalidad del país. Algunos especialistas, politólogos, columnistas y
juristas, no veían con buenos ojos la apertura de dicha oficina. No digamos de
algunos diputados. Así que a regañadientes no se tuvo más que aceptar, por la
presión internacional, pues estábamos ante la vista del mundo. ¿Quiénes
aprueban las leyes? ¿Quiénes redactaron la Constitución de la República de
Guatemala? El frágil e inconstante homosapiens, que se hace fuerte cuando ama
de verdad, cuando se aleja del egoísmo y se hace débil en su abandono a la
concupiscencia.
Estamos a vísperas de las próximas elecciones y en
enero se tendrá a un gobierno legítimo, porque sera electo democráticamente en
los comisos. Es sabido por muchos que eso no significa necesariamente la mejor
opción para realizar la gestión política del país. Podemos legitimar a un delincuente para que gobierne al Estado. Este
individuo puede robar dentro del debido
proceso, sin violentar la constitucionalidad.
Algunos la hacen llamar una fiesta cívica, pues se sienten orgullosos de tener
un sistema electoral. No soy ningún especialista en políticas públicas e internacionales. El simple hecho de haber
nacido en este bello país me hace un ciudadano, pero fue hasta que alcancé la
mayoría de edad que se activó en mí ese papel legítimo de un ciudadano. El ser
un buen o mal ciudadano dependerá de la forma de conducirme con aquellos
valores que empecé a mamar en casa y continué en la escuela y la universidad.
Un comentarista se atrevió a decir que si al final de las elecciones los
corruptos ganan, es porque fueron electos por una sociedad corrupta, podrida.
Aunque es una afirmación no muy alejada de la realidad. Hay un dicho que dice: «Cada
pueblo tiene el gobernante que se merece». Esos votos duros, son los que llevan
al poder a cualquier persona, nada les hará cambiar de parecer, pues fueron
compradas sus voluntades. El proverbista dijo: «El que
siempre quiere tener más, hace daño a su familia, pero el que no vende su
honradez a cambio de dinero, tendrá una larga vida» (
Prov. 15:27).
Cuando
algo conviene en forma personal, la motivación es muy marcada en lo que nos
proponemos hacer. Ya sea para aprobación de una iniciativa de ley, el sancionar
a alguien y hasta el de participar en una manifestación puede estar motivada únicamente
por un interés estrictamente personal. Tocante a este asunto Jesús se dirige a
sus discípulos con una parábola del mayordomo astuto, en el que su patrón antes
de despedirlo, le pidió un informe de sus bienes por malgastar su dinero, y éste
empieza a llamar a los deudores de su patrón para reducirles la deuda por el
interés de que al ser despedido, ellos le puedan ayudar. Al enterarse su patrón
de lo que hizo, felicitó al empleado deshonesto por ser tan astuto. «Y es
que, para atender sus propios negocios, la gente de este mundo es más astuta
que los hijos de Dios», concluyó Jesús al finalizar su discurso.-
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