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LA GLORIA DEL JOVEN ES SU FUERZA, MAS LA DEL ANCIANO SU SABIDURÍA |

La Iglesia ya había entrado en la Gran Apostasía. Ella había conquistado al Imperio Romano; pero en realidad el Imperio había conquistado a la Iglesia, no aboliéndola sino rehaciéndola a su propia semejanza. La Iglesia Imperial de los siglos 4o. y 5o. se había hecho una institución completamente diferente de la Iglesia perseguida de los tres siglos primeros. En su ambición de reinar, olvidó y perdió el espíritu de Cristo.
«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)
sábado
Joven necio y viejo tonto
«La gloria del joven es su fuerza y la del viejo su
sabiduría» Hay grande verdad en esta afirmación de las Escrituras, pues es una
regla de vida, pero hay ocasiones en que existen excepciones a esta regla. ¿Cuándo
saber que esa regla debe aplicársele la excepción? «Una ley sin excepción es
despotismo» Esa frase tampoco fue sacada de la manga del mago, sino que se
generó por la misma experiencia. Con el desierto que le tocó vivir a Job, Dios
le mando personas para que le consolaran. Tal fue la situación en que se
encontraba en su sufrimiento, que sus amigos no se atrevieron a decirle nada,
sino que lloraron con él por espacio de 8 días. Pasado ese tiempo, sus amigos
empezaron a argumentar del porqué de lo sucedido en su vida y terminaron
acusándole con necio cuestionamiento, muy particular de un religioso carente de
sabiduría, y que al final se quedaron sin argumentos, no pudiendo ayudarlo, le
hicieron pecar. Dentro de los que estaban intentando ayudar a Job, se
encontraba un joven llamado Eliú, quien después de ver lo que estaban
haciéndole al hombre caído, dijo: «A mí me enseñaron que en las canas está la
sabiduría» Por eso decidí callar, pero ya no aguantó más, ante tanta palabrería
sin sentido, y por fin decide hablar. Aquí nos encontramos ante una excepción
de la regla. «No todo padre es malo y no toda madre es buena» Veracidad de
frase, cuando se cree que por ser mujer y madre automáticamente se es buena, o
por ser hombre y padre se es malo. Eh allí la Justicia de Dios sombre los
hombres. Pero esto será para otro tema. Mi interés es por la juventud y la
vejez.
8 días después de haber recibido 6 impactos de bala en
mi cuerpo y estar con tubos en mi boca, nariz y costado sin poderme mover por
la lesión de la medula espinal, de pronto vi a una persona dirigiéndose a mí
con una Biblia en mano, pero empecé a sentir como cuando el torero se dirige al
toro para darle una estocada para terminar con su vida, cuando me dijo: «ya se
dio cuenta de lo que Dios le hizo por su pecado» Como semoviente herido de
muerte evadí el ataque diciéndole: «Discúlpeme, pero Dios no me hizo esto»
seguido a esto le narré lo sucedido con Job y sus amigos, y antes de marcharse
dijo: «algo se aprende todo los días» No trataba de justificar mis actos, ni lo
hago ahora, pues no encuentro hasta el día de hoy una razón para levantar mis
ojos al cielo y reclamar del porqué, ¿pues quien es el barro para decirle al
alfarero, porque mi hiciste así? Tampoco estoy tratando de decir que Dios es un
tirano. Sencillamente sentí que estaban atacando a mi PADRE, que, aunque muchas
de las circunstancias vividas no las entiendo, su amor no es tema de discusión:
“DIOS ES AMOR” Y como dijo Job: «Yo sé que mi redentor vive y aun del polvo se
levantará» Cuando Job empezó a hacer su berrinche era porque deseaba que su
Padre llegará a su encuentro para consolarle, y lo afirma cuando dijo:
¡Oh, quién me diera saber cómo
encontrar a Dios, y poder llegar hasta su trono! Expondría ante él mi causa, y llenaría mi
boca de amorosas reconvenciones, a fin de oír lo que me respondería, y entender
sus razones. No quisiera que contendiese conmigo con todo el poder y rigor de
su justicia, ni que me abrumase con la mole de su grandeza. (Job 23:3:6)
Esas amorosas reconvenciones solamente provienen de un
hijo ante su padre que necesita saber para que le servirá lo que está viviendo.
Más adelante lo entiende. Cuando dijo: «Antes de oídas te oía, mas ahora mis
ojos te ven» Como llegó a pecar Job por la falta de sabiduría de aquellos
hombres de la tercera edad y tuvo un joven que tomar el liderazgo.
Ante los acontecimientos suscitados en los últimos
días, se buscan alternativas de solución a la problemática ocasionada por los
que ejercen la política en nuestro país y que, según la mayoría, es allí donde
radica el problema. Lo cierto es de que muchos han llegado a pensar que lo que
necesita el país es la inclusión de la mujer
en la política y de ser posible en la presidencia. Eso después de lo sucedido
en la vicepresidencia ya no es muy creíble.
Otros han dicho que se requiere de mano dura y para ello se hace
necesaria la disciplina militar. Eso
ya se probó y no se obtuvo el resultado esperado. Otros que sea un gobierno civil y legitimado por la democracia y
ya vimos los resultados. Lo más reciente es: que la juventud es la que debe tomar las riendas del Estado. No dudo que
estén llenos de fuerza, pues es su gloria, pero la interrogante es: ¿Tendrán
sabiduría? El escritor de Eclesiastés dijo: ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es
muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es
hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no
para beber!
Ante este razonamiento se podría actuar con injusticia
al juzgar a un joven y por tal
motivo, Pablo en una de las cartas envida a Timoteo, le dice: «Que nadie tome
en poco tu juventud, se ejemplo» No se trata de ser joven, viejo, mujer u hombre, sino de ser sabio. Acertadamente el sabio Salomón lo dijo:
«Vale más un joven, aunque pobre, si es sabio, que un rey viejo y tonto, que no
sabe dar providencia en adelante». Termino con esto:
Gózate, pues, ¡oh joven disoluto!, en tu
mocedad; disfrute de los bienes tu alma en los floridos días de tu juventud;
sigue las inclinaciones de tu corazón y lo que agrada a tus ojos; pero sábete
que de todas esas cosas te pedirá Dios cuenta en el día en que te juzgue. Por
tanto, arranca de tu corazón la ira, y aparta todo vicio de tu carne, puesto
que la juventud y las delicias no son sino vanidad. (Eclesiastés 11:9,10)
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