Aquí va un hombre desconsolado, confundido por sus sentimientos, aunque es cumplidor de la Ley y sabe que debe divorciarse, piensa hacerlo en secreto para no difamar a quien había decido amar. Empezando a realizar los preparativos del divorcio, se va a dormir más que por cansancio, invadido de gran tristeza y estando dormido un ángel del Señor se le aparece en sueños y le dice: « "José, hijo de David: no dudes en tomar por mujer a María; porque lo de su embarazo procede del "ESPIRITU SANTO". Dará a luz un Hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él es el que salvará a Su pueblo de sus pecados. Todo esto ha sucedido para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: «He aquí que la muchacha concebirá y dará a luz un Hijo, y le llamarás de nombre Emanuel, que significa "Dios está con nosotros. "» Así es que, cuando José se despertó del sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor: tomó a María por mujer, y no la conoció hasta después que ella dio a luz a su primogénito; y él Le puso por nombre Jesús. Ahora José dormiría tranquilo porque no le habían traicionado, pero su problema era mayor, pues tendría que ser tutor de lo que el Espíritu Santo había engendrado. Aquí la infidelidad desaparece ante semejante situación; no se trata de una virgen lo espectacular, sino de un engendramiento sin acción humana. ¿Es eso posible?Para nuestra manera occidental de pensar, las relaciones que salen en este pasaje son muy extrañas. En primer lugar, se nos dice que María estaba desposada con José; luego hemos traducido que él estaba haciendo los preparativos para divorciarse de ella en secreto; luego se la llama su mujer o esposa. Pero la relación entre ambos representa el procedimiento judío normal, en el que había tres pasos como se describe a continuación:
(i) El compromiso. Este se hacía a menudo cuando la pareja no eran más que niños. Lo hacían corrientemente los padres, o por medio de un casamentero profesional. Se hacía a menudo sin que la pareja se hubieran visto nunca. El matrimonio se consideraba un paso demasiado serio para dejarlo a los dictados del corazón humano.(ii) El desposorio. Este era lo que podríamos llamar la ratificación del compromiso que había contraído la pareja. Hasta este momento, el compromiso que se había establecido por medio de los padres o del casamentero, se podía romper si una de las dos partes no quería continuar con ello. Pero una vez que se llegaba al desposorio era absolutamente vinculante; duraba un año. Durante ese año la pareja se consideraban marido y mujer, aunque todavía no tenían esa relación. El desposorio no se podía dar por concluido de ninguna manera más que por el divorcio. En la ley judía nos encontramos frecuentemente lo que nos parece una frase curiosa. Una chica cuyo prometido había muerto durante el año de los desposorios se llamaba «una virgen que es viuda.» En esta etapa se encontraban José y María. Estaban desposados; si José quería acabar el desposorio no lo podía hacer más que con el divorcio; en ese año de desposorio a María se la conocía legalmente como su esposa.
Si tenemos presentes las costumbres matrimoniales normales de los judíos, entonces la relación que se indica en este pasaje está perfectamente clara. Este pasaje nos dice que Jesús nació por la acción del Espíritu Santo. Nos habla de lo que llamamos el Nacimiento Virginal. De momento lo único que nos concierne es descubrir lo que quiere decir para nosotros. Si miramos este pasaje con naturalidad y lo leemos como si fuera la primera vez, encontramos que lo que subraya no es tanto que Jesús naciera de una mujer virgen, como que el nacimiento de Jesús fue la obra del "ESPIRITU SANTO" «Se supo que María estaba embarazada del Espíritu Santo.» «Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo.» Es como si estas frases estuvieran subrayadas o impresas en tipo grande. Eso es lo que Mateo quiere decirnos en este pasaje. Entonces, ¿qué quiere decir que en el nacimiento de Jesús el Espíritu Santo de Dios estuvo especialmente operativo? Dejemos las cuestiones dudosas o debatibles y concentrémonos en esa gran verdad.
Según el conocimiento de los judíos, el Espíritu Santo era la Persona que traía a los hombres la verdad de Dios. El que enseñaba a los profetas qué decir y a los hombres lo que debían hacer; era el Espíritu Santo quien a lo largo de edades y generaciones traía la verdad de Dios a la humanidad. Así que Jesús es la única Persona que trae la verdad de Dios a la humanidad. Dicho de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede decir cómo es Dios y lo que Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros. Antes que Jesús viniera, la humanidad no tenía más que unas ideas vagas e imprecisas y a menudo erróneas, acerca de Dios; lo único que podía era suponer y andar a tientas; pero Jesús pudo decir: «El que Me ha visto, ha visto al Padre» (Jua_14:9) ![]() |
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