«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)

miércoles

LA VIDA QUE HA EXCLUIDO TOTALMENTE A DIOS

La instrucción de los padres a sus hijos

Cuando un padre permite que su hijo haga lo que quiera, éste hijo es abandonado a su suerte. Algunos padres piensan que lo mejor es dejar que los hijos tengan su propia experiencia, y son abandonados como el avestruz que entierra su huevo en el desierto y se marcha. Otros saben que deben instruir a sus hijos como el águila a su polluelo, hasta que aprenda a volar, y pueda cazar por sí mismo, pero están los que con gran dolor, ven  a sus hijos marcharse, hijos que no estuvieron dispuestos a someterse a la instrucción, y disciplina de sus padres, y decidieron seguir en pos de los deseos de su corazón. Recuerdo las palabras de mi viejo, cuando se disponía a disciplinarme. Me veía, y decía: «Prefiero corregirte yo ahora, para que después no seas avergonzado en la calle» Instruye al niño en su camino, y cuando sea viejo, no se apartara de él. Quien dijo esta gran verdad, sufrió en carne propia, el cometer las peores deshonras que un viejo puede hacer.



En algunas versiones de la Biblia, Pablo escribiéndole a los romanos, dice que Dios los entrego a una mente reprobada. ¿Qué clase de Dios es ese? Pero otras versiones dice que él los dejo hacer lo que deseaban hacer, porque despreciaron su instrucción. ¡Ah! entonces quiere decir que insistiéndoles, al final los dejo seguir su propio camino. Ahora les proporcionaré el catálogo, como un espejo, en donde podemos ver que tan bien estamos, pero con Papá instruyéndonos, al final, su obra perfecta será. Pablo dijo:




Como no han querido tener en cuenta a Dios, Dios los ha dejado hacer todo lo malo que su mente inútil los lleva a hacer.  El resultado es que hacen cosas indignas de un ser humano. Están repletos de toda maldad, villanía, ansia de poseer, depravación. Están llenos de envidia, asesinato, contienda, falsedad, y del espíritu que atribuye siempre lo peor. Son chismosos y criticones, aborrecedores de Dios. Son personas insolentes, arrogantes, fanfarronas, inventoras de males, desobedientes a los padres, insensatas, gente sin palabra, sin afecto natural, despiadados. Son la clase de personas que saben perfectamente que los que hacen tales cosas merecen la muerte, y sin embargo no sólo las hacen, sino también dan su aprobación a los que las hacen. (Rom.1:28-32)

Sería difícil encontrar un pasaje que nos presentara con más claridad lo que le sucede a la persona que no tiene en cuenta a Dios. No es tanto que Dios le envía el juicio como que esa persona se lo atrae sobre sí, al dejar a Dios fuera de su esquema de las cosas. Cuando uno destierra a Dios de su vida se convierte en cierta clase de persona. Tales personas hacen cosas que son impropias de un ser humano. Los estoicos tenían una expresión: llamaban kathékonta a lo que es propio de una persona. Ciertas cosas son esencial e inherentemente parte de la humanidad, y otras no. Como dice Shakespeare en Macbeth: «Osaré hacer todo lo que compete a un hombre; El que pretende hacer más, no lo es» El que destierra a Dios no pierde sólo la piedad; pierde también la humanidad. A continuación viene una larga lista de cosas terribles. Vamos a considerarlas una por una.

Catálogo de cosas horribles que entran en la vida sin Dios.

MALDAD (adikía). Adikía es precisamente lo contrario de dikaiosyné, que quiere decir justicia, integridad; y los griegos definían la justicia como darle a Dios y al hombre lo que les es debido. El malvado es el que despoja de sus derechos al hombre y a Dios. Se ha erigido un altar a sí mismo en el centro de todo, de manera que se rinde culto a sí mismo excluyendo a Dios y al hombre. Es egocéntrico; piensa que el mundo es de los listos. El que tiene más galillo traga mas pozol, es su lema. Hace lo que hace, porque cree estar en su derecho.

VILLANÍA (ponéría). La palabra griega quiere decir más que maldad. Hay una clase de maldad que, por lo general, no hace daño nada más que al que la tiene. No es una maldad transitiva. Cuando perjudica a otras personas, como es natural que suceda con la maldad, no lo hace intencionadamente. Puede ser insensatamente cruel, pero no tiene una crueldad encallecida. Pero los griegos definían ponéría como el deseo de hacer daño. Es la voluntad activa e intencionada de corromper y de provocar una injuria. Cuando los griegos definían a una mujer como ponérá querían decir que seducía deliberadamente a los inocentes. Uno de los títulos más corrientes de Satanás en griego es ho ponérós, el malvado, el que ataca a propósito la bondad para destruirla. Ponérós describe al hombre que no sólo es malo, sino que quiere hacer a los demás tan malos como él. Ponéría es una maldad destructiva.

ANSIA DE POSEER (pleonexía). La palabra griega es compuesta de otras dos que quieren decir tener más. Los mismos griegos definían pleonexía como un maldito amor a tener. Es un vicio agresivo. Se ha descrito como el espíritu que persigue el interés propio sin tener en absoluto en cuenta los derechos de los demás, y hasta sin la menor consideración para con la común humanidad. Su característica es el despojo. Teodoreto, el prolífico teólogo sirio del siglo V, lo describe como el espíritu que se apropia y retiene cosas a las que no tiene ningún derecho. Puede operar en cualquier esfera de la vida: en cuanto a cosas materiales quiere decir apropiarse de dinero y bienes sin respeto ni honradez; en la esfera ética se refiere a la ambición que lo pisotea todo para ganar algo que no le corresponde; en la esfera moral indica la concupiscencia incontrolada que encuentra placer donde no tiene ningún derecho. La pleonexía es el deseo que no respeta ninguna ley.

DEPRAVACIÓN (kakía). Es la palabra griega más general para maldad. Describe la situación del que está desprovisto de toda cualidad positiva. Por ejemplo, un kakós krités es un juez que no tiene ningún respeto a las leyes, ni tampoco el menor sentido moral, ni la rectitud de carácter que no pueden faltar en un buen juez. Teodoreto describe esta condición como «la tendencia del alma a lo peor.» La palabra que usa para tendencia es ropé, que quiere decir la inclinación de la balanza. Un hombre que es kakós es el que siempre tiende hacia lo peor. Kakía se ha descrito acertadamente como la depravación total que incluye todos los vicios e introduce todos los pecados. Es la degeneración de la que crecen, y en la que florecen todos los pecados.

ENVIDIA (fthonos). Hay envidia buena y mala. Existe una envidia que le revela a una persona sus debilidades e incapacidades, y la predispone a seguir buenos ejemplos; y existe otra que sencillamente se entristece por el bien ajeno y, si lo desea para sí, tendría que ser sin que le costara el menor esfuerzo, aunque, como dice el poeta, a veces puede llegar hasta el crimen: La envidia de la virtud - hizo a Caín criminal. ¡Gloria a Caín! Hoy el vicio - es lo que se envidia más. Es la más destructiva y retorcida de las emociones humanas.

ASESINATO (fonos). Debemos tener presente siempre que Jesús amplió inconmensurablemente el sentido de esta palabra cuando enseñó que no son solamente los actos de violencia los que debemos evitar, sino también el espíritu de odio y de ira (Mat_5:21). Debemos desterrar de nuestro corazón toda enemistad o desprecio hacia otras personas. Tal vez no hayamos golpeado nunca a nadie; pero, ¿podemos decir que no le hemos deseado nunca el mal? Como decía Tomás de Aquino hace mucho tiempo: «El hombre mira los hechos; pero Dios ve las intenciones.»

CONTIENDA (eris). Indica la rivalidad que nace de la envidia, de la ambición, del deseo de prestigio, puestos y superioridad. Si nos limpiamos de los celos ya hemos hecho algo para librarnos de muchas peleas y contiendas. Es un don de Dios el ser capaces de experimentar tanto placer ante el éxito de los otros como ante el nuestro.


Me detendré de momento para que reflexionemos en cuanto a la importancia que tiene el ser parte de la corrección. Al que Dios toma por hijo, lo disciplina. ¡Ah! al hijo, no al bastardo. ¿Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige? Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor, ni desmayes cuando eres de Él reprendido. (Heb.12:5). Él enjuagará tus lágrimas, ninguna de ellas caerá a tierra. Job sabía de la existencia de Dios, pero no le conocía, y al final de la prueba lo conoció al decir: Antes de oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven, me arrepiento en polvo y ceniza. Sus ojos fueron abiertos, y vio su condición y la esperanza de su redención.-



Continuare en el siguiente tema con la segunda parte.-


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