«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)

miércoles

El barro no le dice al alfarero: “¿Qué estás haciendo?”», ni la vasija lo critica, diciendo: «Tú no sabes trabajar».

COMO VASIJA EN MANOS DEL ALFARERO

Muchos se cuestionan sobre la preferencia de Dios por el pueblo de Israel. Llegar a ser el pueblo de Dios es sorprendente. Ser el pueblo elegido es un gran honor y dicha, pero muy pocos ven la responsabilidad que eso conlleva. Que Dios diga: «tú serás mi pueblo, mi siervo» piensen!! ¿Cómo debe ser el pueblo digno de Él? ¿Qué características deberá tener el siervo del ALTÍSIMO? El profeta Isaías se dirige al rey de Persia y le dice: ««Yo te daré tesoros escondidos que tengo en lugares secretos. Así sabrás que yo soy Dios, el único Dios de Israel. Israel es mi pueblo elegido, y mi fiel servidor. Por amor a él, y aunque tú no me conocías, yo te llamé por tu nombre y te di el título de rey. Yo soy Dios, y fuera de mí no hay otro. Tú no me conocías, pero yo te preparé para la lucha, para que todo el mundo supiera que yo soy el único Dios.»» Persia no era el pueblo escogido de Dios, sino el pueblo que Dios usaría para liberar a Israel, quien había sido llevado cautivo por los babilonios a causa de su rebeldía. 70 años estuvo cautivo Israel en Babilonia y ahora era el tiempo de ser liberado de esa esclavitud. El que Dios hiciera prosperar al rey de Persia y que además le delegará la reconstrucción de Jerusalén, quien era Su ciudad, no les pareció buena idea a los israelitas, y empezaron a cuestionar la forma de actuar de Dios, por lo que Isaías de parte de Dios les dice:

«El barro no le dice al alfarero: “¿Qué estás haciendo?”», ni la vasija lo critica, diciendo: «Tú no sabes trabajar». Un hijo no les reprocha a sus padres el haberlo traído a este mundo. Por eso, yo, el Dios santo, que formó al pueblo de Israel, les digo: “Ustedes no pueden pedirme cuentas sobre el futuro de mi pueblo ni enseñarme lo que debo hacer. Yo hice la tierra y a sus habitantes, yo extendí el cielo con mis manos y allí coloqué los astros. Yo hice triunfar a Ciro, el rey de Persia, y ahora lo ayudaré en todo para que reconstruya Jerusalén, que es mi ciudad. ”Ciro pondrá en libertad a los israelitas que viven como esclavos en el país de Babilonia; los liberará sin pedirles nada a cambio”». (Isaías 45:9-13)

Es muy divertido escuchar a un niño decir que sabe más que un adulto, cuando se atreve a cuestionar asuntos que son únicamente competencia de los mayores.  El molestarse no tiene sentido porque a esa edad afloran todo tipo de sentimientos, típico de un niño explorador del mundo en que empieza a vivir. Algún defensor de la niñez pegará un grito al cielo cuando un adulto no le presta atención al niño, a su inocente altivez y si le pone atención y lo cuestiona, igual no les parecerá. Estas personas defensoras de otras, no sé si harán lo mismo con sus hijos. Lo mismo pasa con los derechos humanos, donde encontramos personas defendiendo los derechos de alguien que no tomó en cuenta el no violar el derecho de otra persona a la que agredió. Pero no quiero desviarme del tema que fui movido a escribir.

Se me informó que debía participar de una reunión, de esas que casi siempre se termina en el mejor de los casos en el mismo lugar. Pero algunas veces peor que antes. Así que decidí mejor quedarme callado. Ya había avanzado bastante, hasta que apareció la gota que rebalsó el vaso. Después de un tiempo de fuego cruzado, súbitamente saltó a mi mente la frase: «El barro no le dice al alfarero: “¿Qué estás haciendo?”», ni la vasija lo critica, diciendo: «Tú no sabes trabajar», ¿Que dificultad hay en seguir instrucciones? Hay personas que todo lo cuestionan, porque en su mayoría no comprenden del porqué de algunos procesos, y estuve a punto de decirles esa frase, pero preferí verlos como niños, de los que no saben lo que están discutiendo. Horas después todavía seguía con un mal sabor de boca; por dicho desgaste innecesario, porque eso ya se había convertido en un círculo vicioso. En administración se nos enseña que debemos tomar en cuenta en las decisiones, a todos los empleados. Todo ese romanticismo aprendido en los libros de texto, donde ya no es propio decir: subalternos o empleados, sino colaboradores, pero que a la hora de ponerlo en práctica nos encontramos con muchos conflictos, cuando intentamos hacer de un grupo un equipo de trabajo. Eso es tan complicado como pretender a un grupo de personas convertirlos en parte de un equipo de futbol, cuando no todos tienen habilidades de dicho deporte y aunque tengan habilidades futbolísticas, se hace necesaria la figura de un capitán para las decisiones en campo. Además, deben de ser idóneos.

Dios se había propuesto hacerse de un pueblo para que le sirviera, pero por la desobediencia ese pueblo era llevado cautivo por el enemigo. Israel pasó más de 400 años en Egipto y el Faraón sin darse cuenta Dios lo engrandeció para darle a conocer al mundo a través de la liberación de su pueblo, que no hay Dios fuera de Él. Más adelante el pueblo elegido fue llevado cautivo a Babilonia y Dios engrandeció al rey de Persia para que liberará a su pueblo con la intención de mostrar su bondad y misericordia al mundo.  Dios hace como Él quiere. Termino con parte de la carta que Pablo les envió a los romanos en donde les hace ver que los hombres por más que se jacten de sus logros personas, es Dios quien les provee y que jamás tendremos la capacidad de devolverle los favores, sólo hay que confiar en Él sin cuestionar sus designios.


En la Biblia leemos que Dios le dijo al rey de Egipto: «Te hice rey, precisamente para mostrar mi poder por medio de todo lo que haré contigo, y para que todo el mundo me conozca.» Así que todo depende de lo que Dios decida hacer: él se compadece de quien quiere, y a quien quiere lo vuelve terco. Si alguien me dijera: «¿De qué nos va a culpar Dios, si nadie puede oponerse a sus deseos?», yo le contestaría: «Amigo mío, tú no eres nadie para cuestionar las decisiones de Dios.» La olla de barro no puede quejarse con el que la hizo, de haberle dado esa forma. El alfarero puede hacer con el barro lo que quiera. Con el mismo barro puede hacer una vasija para usarla en ocasiones especiales, y también una vasija de uso diario. Algo parecido ha hecho Dios. Ha querido dar un ejemplo de castigo, para que todo el mundo conozca su poder. Por eso tuvo mucha paciencia con los que merecían ser castigados y destruidos. (Romanos 9:17-21)  

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