«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)

sábado

Las posesiones materiales y sus efectos

El lugar de las posiciones materiales

Las posesiones materiales definen muchas veces a una persona, de allí que surge la crema innata de la sociedad, la élite, porque la riqueza está distribuida en unas pocas familias, las cuales se convierten en los señores feudales, dueños del mundo. Las riquezas dan acceso a las mejores cosas que disponen las potencias mundiales y la falta de ellas margina al resto del mundo llamado "pobres", y de éstos surge otro grupo llamado indigentes. Los que están siendo favorecidos con riquezas, defienden los métodos usados para la creación de las mismas, aunque esos métodos sean los que están destruyendo el ecosistema y la integridad humana; esclavizan y destruyen; es así como obtienen mucho más de lo necesario para vivir bien. Para evitar todos esos desastres que genera se requieren aplicar tres grandes principios:


I) Todas las cosas pertenecen a Dios

Los Salmos en la Escritura dejan claro: «Del Señor es la Tierra y todo lo que hay en ella, el mundo, y todos los que lo habitan» «Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque el mundo y todos los seres que habitan en él son Míos» En la parábola de los talentos, Jesús dice que, es el amo el que le confía sus talentos a sus siervos y en la parábola de la viña, es el propietario quien le confía su viña a sus campesinos. Este principio tiene consecuencias incalculables. Las personas pueden comprar y vender cosas; hasta cierto punto pueden cambiarlas y organizarlas, pero no crearlas. El propietario indiscutible de todas las cosas es Dios. No hay nada en el mundo que uno pueda decir: «Esto es mío,» sino solamente: «Esto pertenece a Dios, que me permite usarlo.» Alguno dirá es el Señor Feudal, aunque lo parezca no lo es. Se cuenta de una niña de la ciudad a la que llevó su maestra un día al campo. Ella jamás había visto nunca tantas flores juntas. Corriendo se volvió a su maestra, y le dijo: «¿Cree usted que a Dios Le molestará que corte algunas de Sus flores?» Esa es la actitud correcta con la vida y todo lo que hay en el mundo. Todo es de Dios y debemos hacer un buen uso de ello.

II)  Las personas son siempre más importantes que las cosas

Si se adquieren las posesiones y se acumula riqueza a costa de tratar a las personas como cosas, entonces toda esa riqueza es mala. Siempre que se olvide ese principio, no se tenga en cuenta o se viole, se producirá irreparablemente un desastre a gran escala. El surgimiento de la revolución industrial trajo sufrimiento a países por haber tratado a las personas como cosas; la historia cuenta que se empleaba a niños de 7 y 8 años para trabajar en las minas; algunos de ellos arrastraban carretillas por galerías andando a gatas; otros bombeaban el agua metidos en ella hasta las rodillas, 12 horas al día; otros, a los que llamaban «los tramperos,» abrían y cerraban las puertas para la ventilación, encerrados en cámaras. En el siglo XVIII los niños trabajaban en los molinos desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche, todos los días y con solo media hora para las comidas. Una década después, había 84,000 niños menores de 14 años en las fábricas; se conoce casos de niños que ya no los necesitaban y los echaban a la deriva. Los empresarios objetaban a la expresión «echar a la deriva» y decían que los niños habían sido puestos en libertad. «Tendrían que intentar sobrevivir pidiendo limosna o algo parecido» A los niños tejedores se les pagaba 7 peniques y medio al día y a los mineros 2 chelines y medio.

Mano de obra barata
Alguien indignado en aquella época dijo: «Si la industria del algodón está fundada sobre los cuerpos de niños escuálidos, debe desaparecer; si el diablo se apodera de tus fábricas de algodón, ciérralas.» Se publicó un artículo afirmando que la mano de obra barata era necesaria para mantener los precios bajos. Cuando se discutía de publicarlo lo más barato posible, alguien dijo: «Han debilitado a su país frente a los enemigos extranjeros, desmoralizado a miles de sus compatriotas y sembrado el descontento entre una y otra clase de la sociedad. Su artículo sale intolerablemente caro por lo que yo veo.» Siempre que se trata a las personas como cosas, máquinas o como instrumentos de producción y de enriquecimiento de quienes los emplean, el desastre será la consecuencia de esa situación, tan natural como al día sigue la noche. Una nación será libre cuando su principio fundamental sea que las personas son siempre más importantes que las cosas.

III)  La riqueza material es siempre un bien subordinado

La Biblia no dice que «el dinero es la causa de todos los males» pero sí dice que «el amor al dinero es la raíz de todos los males» Es muy posible encontrar en las cosas materiales lo que ha llamado alguien «una salvación antagonista.» Una persona puede creer que por ser rica, puede comprarlo todo y salir airosa de cualquier situación. La riqueza se puede convertir en su vara de medir; puede llegar a ser un único deseo, la única arma para enfrentarse con la vida. Si se desean los bienes materiales para tener una independencia honrosa para ayudar a la familia y hacer algo por los semejantes, eso está bien; pero si se desean simplemente para amontonar placeres y multiplicar el lujo. Si la riqueza se ha convertido en el fin principal del hombre por y para lo que se vive, ha dejado de ser un bien subordinado y ha usurpado el lugar que sólo Dios debe ocupar en la vida. Una cosa surge de todo esto: el poseer riqueza, dinero, cosas materiales, no es un pecado, pero sí una tremenda responsabilidad. Si se posee muchas cosas materiales, no es algo por lo que se deba felicitar, sino por lo que se deba orar, para que las use como Dios manda y quiere. El principio es que las riquezas se subordinen al ser humano y no él a las riquezas.

Las posesiones nos plantean 2 grandes interrogantes y todo dependerá de las respuestas que demos a esas preguntas.

¿Cómo obtuvo una persona sus posesiones? 

Una persona puede obtener sus posesiones a expensas de su honradez y honor. Un tendero de una aldea se hizo muy rico. Siempre que medía tela, la medía con los dos dedos gordos dentro de la medida, así que siempre medía menos. Se decía de él: «Se lo restaba a su alma y se lo sumaba a su bolsa.» Uno puede enriquecer su cuenta corriente a expensas de empobrecer su alma. Una persona puede obtener sus posesiones aplastando intencionadamente a algún rival más débil y llamarlo competencia leal. El éxito de muchos está basado en el fracaso de otros. La prosperidad de muchos se ha conseguido a base de echar a la cuneta a otros. Un pastor tenía una sola pasión: Comprar y leer libros. En su profesión nunca ganaba más de doscientas libras al año; pero logró hacer la biblioteca privada más grande de Escocia, llegando a los 17.000 libros. No los usaba para sus sermones; sencillamente estaba loco por poseerlos y leerlos. Cuando tenía 40 años se casó con una chica de 24. A los 8 años, ella murió de tuberculosis; de una familia de 5, sólo 2 pasaron de los 20 años. El crecimiento canceroso de los libros llenaba todas las habitaciones y pasillos de la casa pastoral. Puede que fuera la delicia del poseedor de los libros, pero mató a su mujer y a su familia. Hay posesiones que se adquieren a un precio demasiado elevado. Uno se debe preguntar: «¿Cómo adquiero yo las cosas que poseo?»

¿Cómo usa una persona sus posesiones?

Una persona puede que no las use en absoluto, porque padece la manía avarienta y se deleita sencillamente en poseer. Puede que las use de una manera totalmente egoísta, que quiera tener más sueldo simplemente para tener un carro más grande y unas vacaciones más caras. Que piense en sus posesiones sencilla y únicamente en términos de lo que pueden hacer por él. Puede que las use malvadamente. Una persona puede usar sus posesiones para persuadir a otra a hacer cosas que no tiene derecho a hacer, o vender lo que no tiene derecho a vender. Se ha sobornado o seducido al pecado a muchos jóvenes con el dinero de  otro. La riqueza da poder y una persona corrompida puede usar sus posesiones para corromper a otros y eso es un pecado terrible a los ojos de Dios. Una persona puede que use sus posesiones para su propia independencia y para la felicidad de otros. No se necesita una gran fortuna para hacer eso, porque una persona puede ser lo mismo de generosa con 100 quetzales como con 1 millón.

Uno no puede equivocarse mucho si usa sus posesiones para ver cuánta felicidad puede llevar a otros. Pablo recuerda un dicho de Jesús: «Es más bienaventurado dar que recibir» Es una característica de Dios el dar; si en nuestras vidas apreciamos el dar por encima del recibir, usaremos nuestras posesiones como es debido, sea mucho o poco. «Alegóricamente la semilla que cae en el campo espinoso, al crecer los espinos la ahogan». Éste es el que oye el consejo; pero la congoja de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan el consejo y se hace infructuoso. Que tu corazón sea cultivado y des buen fruto, es mi deseo.


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