«Mil cortes en las hojas del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta. (Thoreau)

domingo

EL AMOR DE DIOS TRAE CONSIGO PERDÓN

Necesitando de papá

Ella tomó sus decisiones, y como resultado ahora tiene dos hijos de diferente padre. La última persona con quien estaba viviendo, la golpeo salvajemente, situación que la obligo a regresar con sus padres. Al llegar a casa, su madre se sorprende al verla lastimada; ella le dice que todo está bien, que allí están sus nietos. Su padre la ve, y tomándole el mentón para levantar su rostro, le dijo: Antes que te lastimara, ¿con qué hombre te encontró? Ella se da cuenta que este es el golpe que más le está doliendo. Tratando de encajar y sabiendo su responsabilidad como madre, va a trabajar a un salón de belleza; lavándole el cabello a una dama, sorprendida la identifica como su amiga de infancia. Esta amiga le busca trabajo en una minera, donde sufre toda clase de insultos y acoso, al igual que las demás mujeres por parte de los hombres salvajes que se creían dioses.


En un juego de hockey una mujer se acerca a la joven madre y le grita delante de todos, que deje en paz a su marido, le dice que es una ramera. Esto se dio porque los mineros le levantaron esa calumnia. Su hijo quien estaba triste por haber perdido el juego, al escuchar los agravios a su madre, decide irse con los padres de su novia, sin consultarle. Ella enfurecida sale y le obliga a bajar del carro; además le grita a su hija menor. Al llegar a casa, el jovencito baja del vehículo muy enojado y le sigue la niña, antes de entrar a casa se detiene y voltea para ver a su madre, quien se quedó llorando en el vehículo. La mirada de esa niña fue como una fuerte voz del cielo diciendo: Te amo mami, te amo. El padre de la joven madre está disgustado con la clase vida que su hija ha tenido. Muy poco se sabe del mal comportamiento de esta mujer en su adolescencia y sus múltiples malas decisiones, hasta convertirse en trabajadora de una minera, donde no está dispuesta a dejarse de nadie y demanda a la empresa.

Siendo parte del sindicato, ella se presenta a una reunión y pide la palabra; es recibida con muchos agravios, y después de sobreponerse continúa hablando. Su padre está allí y se levanta para pedirle el micrófono. Ella no quiere, pero al final se lo da. El padre se dirige a la audiencia compuesta de más del 95% de hombres y el resto de mujeres que no dicen nada por temor de perder su empleo, y que además están en contra de la demanda que ella hizo. Su padre con todo respeto les dice: yo crecí en este lugar y jamás le he faltado el respeto o insultado  a ninguno de ustedes, sus esposas o sus hijos cuando llegaron a la minera; siempre les consideré mis amigos, pero me doy cuenta que no. Estaba decepcionado; de la única persona que no lo estaba, era de su hija. Este acto proclamaba un enorme perdón hacia su hija, un perdón que trascendía el espacio sideral, porque emanaba del mismo corazón de Dios en labios de un padre avergonzado de su mal proceder y profundo amor hacia su hija.

El día del juicio

En el juicio salieron a luz situaciones muy vergonzosas que pretendían desvirtuar la demanda de la joven madre. Allí se supo que tuvo relaciones con un maestro. Su padre ya no actuó como el cretino de antes, se abalanzo enfurecido e indignado sobre el hombre que tuvo que ver con su niña de 16 años. Debates después se esclarece por fin, que el maestro la violó. El hijo resentido cree que su madre es una prostituta, quien posteriormente se convence de su esfuerzo por sacarlos adelante, que su padre a quien siempre defendía sin conocerle, jamás había hecho nada por él. Ahora el padre de la joven madre está feliz de haber recuperado a su preciosa hija, a quien jamás había dejado de amar y que sólo tuvo que dejar tirado ese resentimiento para tener de regreso a su chiquilla, a quien debió proteger a los 16 años de un hombre que usando la autoridad que se le confirió, abuso de una inocente niña. Ahora ella sabe que siempre podrá confiar en su padre, que la amara tal como ella es, y la defenderá de todos los que quieran hacerle daño.

Descubriendo el amor del padre

Un joven cuenta lo mucho que respetaba y admiraba a su padre; pero siempre le había tenido un poco de miedo. Un domingo estaba en la iglesia con su padre. Hacía un calor pegajoso. Él empezó a sentir cada vez más sueño, hasta el punto de no poder mantener los ojos abiertos, y se le caía la cabeza hacia adelante. Las olas del sueño amenazaban anegarle totalmente. Vio levantar el brazo de su padre hacia él, y creyó que le iba a zarandear o golpear; sorprendido ve sonreírle  cariñosamente y rodearle con su brazo. Le estrechó con ternura para que pudiera descansar sin caerse de lado o hacia adelante, manteniéndole abrazado. Aquel día el joven descubrió que su padre no era como pensaba, y que él le amaba. Eso es lo que Jesús hizo por nosotros. Literalmente trajo a la humanidad el perdón de Dios. Sin Él, no habríamos tenido nunca ni la más remota idea acerca de Dios. Jesús mostró perfectamente la actitud de Dios hacia la humanidad. Él podía decir: "Yo perdono,» porque en Él, Dios estaba diciendo: «Yo perdono.»

Perdonar para volver a empezar

Un chico se encuentra ahora en un dilema. Tuvo que enfrentarse a su mejor amigo porque amaba a su hermana, pero el amigo estaba enfurecido, ya que conocía muy bien lo que él hacía a las chicas con quien solía salir. Todos en la comunidad sabían de su mala reputación, porque a quienes rompió el corazón, se habían encargado de hacer notoria su ira, por lo que les había hecho. Este chico después de haberse acostado con 26 mujeres, ahora está dispuesto a hacer las cosas como deben hacerse y, cuando esta apunto de tener relaciones sexuales con la jovencita, ella le confiesa que es virgen. Esto lo hace más cauteloso y decide cuidarla, no teniendo relaciones sexuales con ella. La joven confundida se va con sus amigas a una fiesta de fin de semana. La fiesta tiene lo que toda fiesta debe tener: drogas, licor y sexo ilícito, pero ella siente que él no la ama porque no quiere acostarse con ella, quizá por ser virgen. En esa fiesta ella tiene sexo con un desconocido y al hacerlo se siente terrible, sucia. Ahora no sólo está confundida, siente que todo lo echo a perder, pues después de confesárselo y decirle que en verdad lo amaba, que eso no significó nada, sabe que todo cambio, le dice que por favor calle, que son sólo palabras en boca de una persona que no conoce. Él le pregunto: ¿Que te hice yo, para que hicieras esto? Se tira al suelo y empieza a llorar sin encontrar consuelo alguno.

Pasaron muchos días donde él se refugió en el licor. La chica lo busca y, él accede por fin tener sexo con ella. Ella esperaba fuego intenso y únicamente experimentó un ambiente sombrío y gélido; como era de esperarse cuando no se hace lo correcto. Había que esperar un tiempo para poder digerir todo lo que estaba sucediendo porque él también se sentía responsable de haber transitado en poco tiempo por ese camino licencioso, dejando calamidad a su paso. ¿Que deberá hacer esta pareja para rescatar lo que siente el uno por el otro? Cuando decidimos hacer lo correcto, inesperadamente aparece aquel pasado como fuertes murallas que no nos dejan avanzar. El perdón, y el cambio de rumbo, será lo que este chico necesitará para llegar a puerto seguro sin naufragar.

Perdonado para levantarse y caminar

Jesús, ya había atraído a las multitudes. En consecuencia, también había suscitado la atención de los responsables oficiales de los judíos. El Sanedrín era su tribunal supremo, y una de sus funciones era ser guardián de la ortodoxia. Por ejemplo: uno de los deberes del Sanedrín era descubrir a los falsos profetas. Aquí parece que el Sanedrín había mandado un comando teológico para comprobar quién era Jesús; y allí estaban en Capernaum. Sin duda se habían reservado unos puestos honorables en primera fila y estaban sentados observando críticamente todo lo que sucedía.                                                                     

Cuando oyeron a Jesús decirle al paralítico que sus pecados estaban perdonados, aquello los escandalizó en extremo. Era una parte esencial de la fe judía que sólo Dios podía perdonar los pecados. El que una persona pretendiera perdonar pecados era por tanto una blasfemia, y el castigo era morir apedreado. Inmediatamente dispusieron lanzarse al ataque en público, pero no le era difícil a Jesús ver lo que se les estaba pasando por la mente. Así es que Él decidió lanzarles un desafío y encontrarse con ellos en su propio terreno.

Paralítico que Jesús sanó
Era la firme creencia de ellos que el pecado y la enfermedad eran inseparables. Una persona enferma era una persona que había pecado; así es que Jesús les preguntó: " ¿Qué es más fácil decirle a este hombre: «Tus pecados están perdonados,» o decirle: «Levántate y anda»?" Cualquier charlatán podría decir: «Tus pecados están perdonados.» No habría posibilidad de demostrar si sus palabras eran verdad o no. Esa afirmación no se podía comprobar de ninguna manera. Pero el decir: «Levántate y anda,» era algo que se podía comprobar inmediatamente si era un farol o una manifestación de un poder más que humano. Así es que Jesús dijo: "¿Vosotros decís que Yo no tengo derecho a perdonar pecados? ¿Vosotros mantenéis como un artículo de fe, que si este hombre está enfermo es porque es un pecador, y no se puede curar hasta que se le perdone? Pues bien, entonces, ¡fijaos en esto!» Entonces Jesús dio la orden y el hombre fue curado.

los maestros de la Ley les salió el tiro por la culata. Según sus propias creencias oficiales, el hombre no podía curarse a menos que se le perdonaran los pecados. Fue curado, y por tanto, había sido perdonado. El derecho de Jesús de perdonar pecados tenía que ser auténtico. Él dejo totalmente boquiabiertos a aquellos maestros de la Ley; además de dejarlos con rabia e impotencia. Ahí tenían un problema que resolver; si la cosa continuaba, toda su religión ortodoxa se colapsaría y destruiría.


Dios puede sanarnos en un abrir y cerrar de ojos. Mi recuperación de la discapacidad, ha sido paulatina, y su perdón, súbito. No dejare de luchar, quizá Dios en su misericordia me permita llegar caminando a encontrarme con la muerte, de no ser así, estoy seguro de estar preparado para ese día, pues Él esperándome está, prometió salvarme y otorgarme salud, pues la sanidad del cuerpo, es como el cuerpo, temporal, y yo, voy hacia el Eterno.-